Una sesión paralela sobre la revisión de la identidad cooperativa a través de la gobernanza inclusiva ha abordado temas de representación y diversidad a través de una pregunta de Maria Eugenia Pérez, presidenta de la sesión: «¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestras cooperativas son inclusivas?»

La Sra. Zea, presidenta del Comité de Equidad de Género de la ACI, presidenta de ASCOOP y directora del Consejo de Administración de la ACI en Colombia, señaló que «hacemos un esfuerzo continuo» por la inclusión de las mujeres y las minorías pero que a menudo «esto no basta».

Las cooperativas son parte de sus comunidades y deben reflejar las realidades que allí se viven, añadió.

La primera panelista, Ann Hoyt, presidenta de Group Health Cooperative of South Central Wisconsin (EE. UU.) indicó que «el Consejo de Administración debe reflejar la diversidad de nuestros miembros y comunidades», pero advirtió que «la diversidad no tiene ningún valor salvo que se anime a las distintas voces de la mesa a mostrar sus experiencias y perspectivas únicas».

Explicó que hace falta una cultura inclusiva, y que los directores deben descubrir cómo han «influido las desigualdades sistemáticas en nuestras creencias sobre nuestros miembros, y cómo esas creencias nos pueden llevar a escoger estrategias ineficaces o incluso desacertadas (…). Reconocerlo y responder a ello puede suponer una oportunidad única de reforzar el impacto y la relevancia de la cooperativa».

También señaló que las cooperativas deben descubrir hasta qué punto su consejo de administración refleja a su comunidad, y buscar formas de atraer a candidatos más diversos. Una forma de hacerlo es ampliar el abanico de candidatos a directores, o fomentar las capacidades de gobernanza entre los miembros.

Woonjeong Baek, vicepresidenta de iCOOP (Corea), habló de su cooperativa de consumo, que engloba a 102 cooperativas miembros y más de 300 000 socios. La participación en la gobernanza ha mejorado gracias a la división de sus cooperativas miembros en otras más pequeñas «que están dirigidas por miembros activistas que planifican y ejecutan sus propias actividades».

Esto ha generado beneficios durante la pandemia, ya que ha permitido a las cooperativas adaptar su actividad a las necesidades locales, ayudando a «grupos vulnerables en sus comunidades locales, apoyando a entidades de economía social y recaudando fondos para repartir almuerzos a los niños que no podían comer en la escuela a causa de la pandemia».

Ruth Jelimo Kosgei, tesorera de Lelechego Marketing Cooperative Society (Kenia) añadió que las mujeres se enfrentan a muchas barreras culturales en su país, especialmente en lo que respecta a la participación en las cooperativas. Aunque ellas hacen todo el trabajo (cuidan de los animales y de las cosechas), son ellos los que administran los ingresos.

En respuesta a ello, su cooperativa organiza a las mujeres en grupos y las anima a guardar sus ahorros en una cooperativa de crédito SACCO.

Se están abordando los reglamentos de las cooperativas para aumentar la participación de las mujeres, y también se trabaja para animar a los varones a incluir a sus parejas en la toma de decisiones.

«Hemos avanzado mucho porque ya tenemos una plataforma para que mujeres y niños puedan discutir distintas cuestiones», explicó.

Manuel Felipe, gerente corporativo de Gestión Humana en el Grupo COOMEVA (Colombia) indicó que las cooperativas deben representar a la sociedad y reflejar su diversidad. Si no lo consiguen, corren el riesgo de que su reputación se vea dañada o se ser excluidas de determinados segmentos del mercado.

«Queremos que todo el mundo se sienta bienvenido en la cooperativa», señaló. «Debemos asegurarnos de que nuestras prácticas sirven para mejorar el desarrollo de nuestra comunidad».

Esto se puede traducir, añadió, en comprobar que haya productos para todos. «Si no realizamos ese ejercicio de adaptación como empresas, perderemos, porque los mercados cambian cada día. Si no creamos una cultura flexible, perderemos negocio».

También advirtió que la falta de diversidad puede llevar a las cooperativas a perder talento si excluye a personas con discapacidad o minorías perfectamente cualificadas.

El Sr. Felipe explicó que «si no tenemos un grupo diverso, puede verse afectada la creatividad y la innovación, ya que ignoraremos perspectivas o mentalidades diferentes».

Estos retos afectan a los distintos países de maneras diversas. Con respecto a EE. UU., donde aún persiste el legado de la esclavitud, la Sra. Hoyt señaló que «como americanos blancos, reconocemos la enormidad de la situación, y muchos nos sentimos personalmente culpables por nuestra historia. Para nosotros, el reto es aceptar nuestra historia, superar nuestros sentimientos de culpabilidad y estar dispuestos a cambiar y tomar medidas significativas».

En Corea, por su parte, existe la problemática del éxodo rural de los jóvenes. En respuesta a ello, según explicó Woonjeong Baek, ICOOP ha «creado más de 1000 puestos de trabajo en estos pueblos. Y nos estamos asegurando de que las mujeres tienen una participación equitativa en cuanto a empleo. También ofrecemos asistencia médica y servicios culturales, como centros de teatro y de deportes para los residentes de las comunidades locales».

Estas comunidades, añadió, participan en todas las iniciativas de las cooperativas, desde sus esfuerzos por reducir la contaminación por microplásticos hasta la lucha contra la COVID-19.