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Sarah Jensen, 22, la cooperativa de vivienda Castelgreen, Canadá

«Mi trabajo como formadora en el ámbito cooperativo es una fuente constante de inspiración, que se nutre de la pasión de otros jóvenes por el movimiento cooperativo.»

Un lugar llamado hogar.

Hace unos cincuenta años, la cooperativa de vivienda Castelgreen se estableció en Thunder Bay, en Ontario (Canadá), en el lugar en el que se encontraba tradicionalmente la Primera Nación de Fort William (que firmó el tratado de Robinson Superior de 1850). Toda la población se unió para construir más de 200 viviendas a precios accesibles para crear un vecindario compuesto por habitantes con distinto bagaje social y económico con el objetivo de hacer frente a la crisis de la vivienda en la ciudad.

Cuando me trasladé con mi madre a Castelgreen tenía 7 años. Mi madre era soltera y volvía a reincorporarse al ámbito laboral tras haber dedicado un tiempo a cuidar de mí. Aunque por aquel entonces yo no era consciente de ello, en aquel mundo árido y complicado, Castelgreen nos brindó la oportunidad de instalarnos en un entorno acogedor, nos ofreció una vivienda a un precio asequible y nos integró en el seno de una comunidad solidaria. El lema de Castelgreen es el siguiente: Cuidar a la comunidad y compartir los recursos para garantizar la supervivencia económica de la población. Así pues, viví y crecí con estos valores y, con solo siete años, participaba como voluntaria junto con mi madre en todos los actos de la comunidad, ya fuesen las reuniones de vecinos, la celebración de la fiesta nacional o las fiestas navideñas. Esta es mi historia cooperativa.

Castelgreen se extiende a lo largo y ancho de unos 40 000 m2. Nuestro espectacular bosque boreal hacía las veces de zona de juegos y de laboratorio científico para mí y el resto de niños de la comunidad. Fue así como empezó a nacer en mí la pasión por la protección del medioambiente. A los 14 años, era coordinadora de los jardines comunitarios y enseñaba a otros niños nociones básicas de sostenibilidad y acceso a los alimentos. También plantamos suficientes árboles frutales y verduras para sustentar a unas cuantas docenas de familias de la comunidad y construimos un jardín para polinizadores.

En 2016, fui elegida como responsable de Castelgreen y, con tan solo 18 años, me convertí en la responsable más joven en la historia de nuestra cooperativa. Nunca olvidaré la noche de esas elecciones. Cuando hablé ante todos mis vecinos sentí un apoyo y un vínculo tan fuerte y tan sólido que aquella sensación permanecerá para siempre en mi memoria.

Un mes después de esta eleción, Castelgreen me ofreció un billete de avión para asistir a un campamento para jóvenes líderes cooperativos organizado por la asociación de cooperativas de Ontario. Era la primera vez que salía de mi cooperativa y pude sentir que formaba parte de una comunidad extremadamente sólida. En 2017 y en 2018 volví a este campamento, pero en estas ocasiones como moderadora. En 2019 me contrataron como coordinadora para la participación de los jóvenes. Mi trabajo como formadora en el ámbito cooperativo es una fuente constante de inspiración, que se nutre de la pasión de otros jóvenes por el movimiento cooperativo.

Mi forma de ser actual se debe, en gran parte, al hecho de haber crecido en el seno de una cooperativa, no me cabe la más mínima duda. Actualmente, estudio ciencias políticas y derecho para poder seguir luchando en favor de los derechos humanos y seguir apoyando a las cooperativas de la mejor manera posible. Sigo trabajando con otras cooperativas como los cooperativistas emergentes de Canadá o la federación de viviendas cooperativas.

Mi experiencia en la cooperativa de vivienda de Castelgreen hizo nacer en mí un profundo sentimiento de pertenencia a la comunidad del que estoy extremadamente agradecida. Este sentimiento guía todas mis acciones, ya sea para construir una comunidad cooperativa o para establecer un vínculo con otras cooperativas del mundo.